Hall.
âWhatâs that for?â Carmela asked.
âOh, Cuca once told me that you do thisââand here Fausto lightly brushed the egg on the dead manâs lipsââand it brings him good luck. I donât believe it ⦠but just in case â¦â
Mario struggled with the body, lifting it over one shoulder. âIs that it?â
âFollow me,â Fausto said.
Carmela opened the picket-fence gate and silently watched the two silhouettes walk into the darkness. âTÃo!â she called. âWhere you taking him?â
âFurther down the river,â came the faint reply, â⦠where others can find him.â
Mario, Fausto and Davidâonce again the best-looking dead man this side of Mexicoâcrossed the street and disappeared under the broken street lamp.
1975-76
Rosaura Sánchez
Second Prize: Short Story
Transparencias
I
Era un excusado de madera, medÃa unos 6 pies y medio de alto. El sol y la lluvia habÃan dejado aquella madera descolorida, casi ploma. HabÃa tres retretes de madera, dos para adultos y uno pequeño para niños. El excusado quedaba retirado de la casa, allá cerca del callejón. A veces habÃa papel higiénico pero si no, nunca faltaban los pedazos de periódico ensartados en un alambre al lado de la puerta. Por dentro se trancaba la puerta con una aldaba y por fuera habÃa una tranca. La puerta tenÃa varias hendiduras pequeñas que nos permitÃan sentarnos y observar lo que acontecÃa en el solar para que nadie pudiera vernos de fuera. Por eso cuando oÃmos lo de la presa, mi hermano Pepito y yo corrimos al excusado para escondernos y allà nos estuvimos una hora entera, mirando por las hendiduras, esperando que llegara Amá del centro.
La troca del dompe volvió a pasar por la calle Irving. Iban dos gringos en frente y nosotros temblábamos.
âYa es la segunda vez que pasaâ.
âA lo mejor les andan echando el ojo a los de doña Huences ¿Y te fijaste? Es de las trocas que usan allá en la presa para acarrear tierra y piedrasâ.
âSÃ, dice Apá que ya merito acabanâ.
âMira, ahà va otra vez. Es que quieren uno esta misma tarde. Dice Chava que lo ponen en las compuertasâ.
âY, ¿paâ qué será?â
âPos paâ cuando haya crecienteâ.
â¿Creciente?â
âSÃ, hombre, entonces dicen que se oye el grito. Asà le avisa a la gente paâ que tenga chanza de salir. Si no, se ahoga todo el puebloâ.
âY, ¿tiene que ser mexicano?â
âPos, dicenâ.
De repente vimos a Chava que venÃa corriendo hacia el excusado.
âChato, Pepe, ¿âon âtán?â
Pronto desganchamos la puerta y salimos.
â¿Ya se fueron?â
âSÃ, y hace rato que no pasan más. Dicen que por la villita se robaron un recién nacido.â
â¡Jiiijo! ¿Y la mamá no se dio cuenta?â
âPos no. Dicen que andaba acá la vecina y se metieron los gringos y lo sacaronâ.
Al niño lo metieron los gringos en una caja pequeña de madera y ésta la sentaron en el cemento como parte de las compuertas de la represa. Ahora, cada vez que llueve mucho, el agua sube y sube hasta que llega a donde está el cuerpecito del niño. Entonces lanza un llorido agudo y los que viven allá en las afueras de la ciudad, cerca de la presa, salen de sus
country-style homes
a las tierras altas.
Asà dicen.
II
Me suicidé esa noche allà en mi taller. Con mi 22. No me salió exactamente como querÃa. En vez de desplomarme el corazón, me metà los balazos en el pulmón. Bien pude haberme levantado y salido a la calle para pedir auxilio, nomás de pura rabia por no haberlo hecho como era debido, pero decidà esperar. Estaba acostumbrado a esperar, aunque me disgustaba bastante. Pues sÃ, por fin habÃa decidido quitarme de tanta
Gary Chapman, Catherine Palmer